El enólogo que escribió una historia con el Torrontés de Oro

 El enólogo que escribió una historia con el Torrontés de Oro

A Jorge Ruitti lo preceden más de 300 premios en su labor con el vino. Un hombre bonachón, de hablar pausado, paciente, de sonrisa amable, con el humor a flor de piel. Dueño de la humildad y sencillez que los grandes tienen en el corazón. Conciso con sus ideas, coherente entre su vida y la profesión que ejerce. Incansable en su búsqueda por mejorar y capacitarse en todos los ámbitos laborales que ejerce con responsabilidad y compromiso. Una mirada sincera lo presenta y abre su corazón hablando de la pasión que predomina en su vida: el vino. Navega entre sus recuerdos y comienza evocando los años de su juventud.En sus inicios como enólogo se desarrolló en Mendoza, donde se desempeñó como primer enólogo en la bodega ubicada en Cuyo. Considera Jorge Ruitti que es la cuna del Malbec. Un lugar donde amó la enología, aprendió de su jefe a realizar arte con el vino. En sus años mozos todavía en aprendizaje, expresaban “para agricultor le sobra y para enólogo le falta” aunque de forma simpática, él mismo reconoce que así era.

Tras contraer matrimonio a los 24 años, trabajó en la construcción y el dueño de la casa resulto ser un enólogo, y asombrado ante el joven que trabajaba en la construcción, manifestó su interés en darle una oportunidad en la bodega que tenía como contacto en La Rioja. En aquellos años las provincias con más desarrollo en la vitivinicultura, eran Mendoza y San Juan, mientras que La Rioja apenas se asomaba al mercado intentando aplicar seriedad a sus productos, lo que significó un desafío profesional y una oportunidad para el joven enólogo que llegó con un contrato por tres meses a la emblemática Nacarí.

Ruitti recordò que:"Trabajé 15 años para la Bodega Nacarí, cuando todavía el desarrollo del Torrontés Riojano no estaba en su auge; hacíamos vinos que continuaban sosteniendo su intensidad, aunque le agregaran soda y hielo, incluso seguía siendo de un sabor preponderante. El primer enólogo Guillermo Neyra me habilitó a realizar otros ensayos con el Torrontés, y probamos. Quería hacer algo diferente y trabajamos con gente de Mendoza, especialistas que analizaron las enzimas y las levaduras, algunos técnicos de la zona tenían opiniones diversas. Pero fuimos trabajando en equipo y en el año 85 ya lográbamos mejores vinos; no eran agresivos, guardaban su sabor frutal, no eran calientes con menos grados. Llegamos a producir el vino que cambió la historia del Torrontés, y nos representó en aquel certamen, jamás imaginamos que el resultado nos traería el Oscar de Oro de la vitivinicultura, de hecho no lo podíamos creer y no tomamos conciencia hasta tiempo después".

Agregò que: "Económicamente no fue significativo en gran manera, sin embargo a nivel visión para La Rioja fue una excelente vidriera. En principio nosotros hacíamos vinos en damajuanas; por más calidad enológica que esta tenía, eran vinos a granel. Con el Nacarí seleccionamos una botella que se distinguiera, era esmerilada para mejor protección. Nos anexamos a una bodega más importante del país para poder tener mejor exposición en el certamen. Cuando recibimos la propuesta, Guillermo Neyra me dijo: ‘¿Nos animamos?’ Y yo pensaba: ‘¡si me apuras te digo que no, pero vamos a tirarnos a la pileta!’. No perdíamos nada. Después de votar decidimos que viajara Guillermo. Pero el vino fue nuestra mayor obra de arte hasta ese entonces. Tres cajas de Nacarí Esmerilado nos representaron y ¡fue el mejor vino blanco seco del mundo! Un orgullo que nos llenó la vida, satisfacciones fueron muchas. No teníamos idea de lo que había pasado, estábamos volando en una nube mucho tiempo después. A los cuatro días cuando Neyra llegó, no lo podíamos creer, un hijo nuestro con el oro del mejor vino del mundo. Nos abrazamos sin creerlo. El periodismo, la prensa internacional puso los ojos sobre La Rioja. Logramos un respeto genuino por nuestros vinos. Y trajimos el primer gran oro del país para un Torrontés. Riojano y auténticamente Chileciteño".

Encontrar a Jorge Ruitti, el enólogo, en su lugar favorito es verlo entre viñas de varietales diversos, pruebas de laboratorio, dando clases en Nonogasta. Un hombre de creaciones admirables, ganadores de grandes premios. Con la conducta de hombres con valores nobles, recto y justo. Una prueba de ello fue su elección a la hora de renunciar a la Bodega Nacarí y aceptar un nuevo trabajo en La Riojana. En el año 1995 ingresa a La Riojana como enólogo.

"Cuando decidí aceptar la propuesta de La Riojana, buscaba crecimiento profesional. Nacarí no me lo permitiría, el primer enólogo, un gran colega que respeto, admiro y quiero mucho. Con el nunca tuve una desavenencia, éramos para el afuera y adentro un dúo perfecto. Y nunca pasaría sobre su lugar para obtener una ventaja profesional. Con esa premisa llegue a La Riojana, al poco tiempo se unió Rodolfo Griguol, y desde entonces mi carrera se desarrolló, crecí y tuvimos como equipo logros y premios que nos llenan de orgullo y satisfacción".

"La Riojana es mi hogar, mi familia. Los amigos entrañables que tengo ahí, por nombrar algunos, el contador Flores, el Ingeniero Mc Queen. Forjé relaciones y vínculos muy valiosos. Incluso podría jubilarme, pero no me animo a dejar la Bodega. Es mi vida, mi pasión, mi lugar, mis pares. No sabría qué hacer lejos de mi trabajo. Me desarrollé en muchos aspectos. Chilecito es mi hogar, y ni mi familia ni yo percibimos nuestra vida fuera de este valle".

Jorge Ruitti es profesor en Nonogasta, para lo cual cursó y se formó académicamente, recibiéndose como profesor con el mejor promedio de su promoción, un ejemplo en todos los lugares donde ha sabido dejar una vara muy alta. Presidió el certamen del Torrontés Riojano, jurado y parte del equipo técnico de todas las ediciones de Evinor, invitado y seleccionado con olfato autorizado a la hora de seleccionar los mejores vinos del país. Un representante de Chilecito en el exterior, dejando en alto la vitivinicultura de La Rioja. Ocupado y preocupado continuamente por capacitarse en diferentes ISO, viviendo temporadas en Europa, a fin de materializar toda la experiencia posible y volver a brindarlo de lleno en La Riojana. Un ser humano sensible, de gran carisma y calidez humana. Disfruta el momento en el que llega a su hogar, descansa en una reposera, conecta los pies descalzos en el pasto. Se acompaña de una copa de Torrontés con dos cubos de hielo, y respira la paz de su momento.

La historia de un vino que marcò un heho històrico:

El 17 de junio de 1987 fue el día que cambio la historia del vino argentino. Mas de 3400 vinos compitieron ese día. Y el Nacarí se llevó la medalla de oro. Challenge Internacional del Vino y de las Artes (CIVART) 1987. Se realizó en la ciudad de Bourg Sur Gironde a 35 km al norte de Bourdeux, Francia. Entre 3400 vinos, solo el 30% obtenía medallas. En ese contexto los premios argentinos en especial las cinco medallas de oro y el "Oscar Vitivinícola" que así se denominaba al premio CIVART en la época, recaía en una variedad que hasta el momento era considerada "de baja calidad Enológica" y muy "común" por su fácil oxidación.

El Trofeo es un mundo sobre una gran base de bronce en forma de ala, con los continentes representados por racimos de uva de unos 15cm y un peso de 2kg. El 17 de junio marca el ingreso del Torrontés Riojano en la historia mundial del vino.

Pocas Bodegas Argentinas se atrevieron a enviar vinos. El domingo 13 fue la degustación y el jueves 17 la entrega de premios en la ciudad de Blaye. En una gran cena de gala, que en la época costaba unos u$s 160. Nadie sabía que Argentina había ganado algo y la sorpresa más grande fue cuando nombraron un Torrontés Riojano como el mejor vino del mundo.

Después de 33 años el Torrontés Riojano, reconocido en la cuna del vino como el mejor Vino Blanco del mundo, volvió a la vida en el 2020 de la mano del enólogo Jorge Ruitti, y dejando aquella icónica fecha en la historia, de la mano de La Riojana este vino de exquisita y fina cepa fue relanzado.

Se trata de un vino de color amarillo verdoso, con aroma frutal/floral, con matices de frutos cítricos sobre todo pomelo rosado, y toques de rosa mosqueta y frutos blancos como manzana y melón. Presenta buena acidez, lo que lo hace fresco y permite que los aromas se realcen. Tiene buena untuosidad y buena duración en boca. Acompaña perfectamente todos los frutos de mar, quesos suaves, postres con chocolate y cremas fuertes.

De esta manera el Torrontés Riojano, única cepa autóctona argentina llegó a la máxima premiación que se pueda recibir en el mundo del Vino. Cruzando el océano llegó a los paladares más refinados y se ganó el corazón de Francia. La Riojana puso sobre la mesa a la estrella de la Bodega en su 83 Aniversario. La emoción de Jorge Ruitti, al describir el vino, traspaso al público: "No puedo ser objetivo con él" dijo, y sus ojos se posaron en la copa con el mejor vino del mundo. La riojana tiene una impresionante cantidad de premiaciones a lo largo de sus 83 años de trayectoria, pero el Torrontés Riojano dejo su huella en la historia del país y del mundo.

Jorge Horacio Ruitti llegó al mundo en el mes de abril en su Mendoza natal, tierra de vinos. Chilecito lo recibió cual hijo elegido en el año 1982, año en el cual comenzó a trabajar para Nacarí, lugar donde dejó una huella imborrable y marcó la historia del Vino Argentino a nivel mundial.